TIEMPO
LITÚRGICO
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TEMA
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IV Domingo de Cuaresma
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Experimentar la misericordia de Dios
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V Domingo de Cuaresma
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Cristo recrea al hombre
con su perdón
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Lectura del
santo evangelio según san Juan (Jn 8,1-11)
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los
Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía
a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer
sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
—«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante
adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué
dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús,
inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle,
se incorporó y les dijo:
—«El que esté sin pecado, que le tire la primera
piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se
fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó sólo
Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le
preguntó:
—«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha
condenado?».
Ella contestó:
—«Ninguno, Señor».
Jesús dijo:—«Tampoco yo te condeno. Anda, y en
adelante no peques más».
Palabra
del Señor.

Píldoras para reflexionar el Evangelio Dominical
- La liturgia de este domingo nos invita a reflexionar en Cristo que
renueva al hombre a través de su misericordia y su perdón.
- Al centro del relato del evangelio se encuentra esta mujer
pecadora, que además es infeliz y humillada. Ante ella están dos actitudes: la
primera es la de los fariseos que le niegan toda posibilidad de conversión y de
perdón; la segunda es la de Jesús que rompe su silencio para acoger y perdonar.
- Jesús perdona a la mujer adúltera, pero no solo la perdona, le
devuelve su dignidad, le devuelve la vida. La mujer pasa de una muerte segura a
la vida que se le da como don, ahora esta mujer es una creatura nueva.
- Los fariseos experimentan también el encuentro con Jesús y el
perdón de Dios, puesto que Jesús tampoco los condena a ellos y les hace tomar
conciencia de su pecado. También los fariseos tienen la posibilidad del perdón
de Dios y experimentar la vida nueva que da Jesús.
- El texto invita al lector a dejar sus temores y a no encerrarse en
su pasado y a caminar en la libertad de los hijos de Dios.
- Cuando el hombre presenta su miseria ante el Señor y abre el
corazón a su Palabra, es renovado totalmente por Cristo, es convertido en un
nuevo hombre.
- Cristo hace nuevas todas las cosas, él tiene el poder de renovar
al hombre en su interior, de recrearlo.
- Al igual que San Pablo, el discípulo debe reconocer su miseria y
poder ver en Cristo su mayor tesoro. El discípulo de Jesús está llamado a vivir
en constante novedad de vida
LAS ENSEÑANZAS DE LA IGLESIA
Del Catecismo
de la Iglesia Católica (n. 1262-1263)
“Los distintos
efectos del Bautismo son significados por los elementos sensibles del rito
sacramental. La inmersión en el agua evoca los simbolismos de la muerte y de la
purificación, pero también los de la regeneración y de la renovación. Los dos
efectos principales, por tanto, son la purificación de los pecados y el nuevo
nacimiento en el Espíritu Santo (cf Hch 2,38; Jn 3,5).
Por el Bautismo, todos los pecados son perdonados,
el pecado original y todos los pecados personales así como todas las penas del pecado
(cf DS 1316). En efecto, en los que han sido regenerados no permanece nada que
les impida entrar en el Reino de Dios, ni el pecado de Adán, ni el pecado
personal, ni las consecuencias del pecado, la más grave de las cuales es la
separación de Dios.”
PONGAMOS EN PRÁCTICA
De la
Constitución Pastoral Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del
Concilio Vaticano II (n. 22)
“Cristo es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre
perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina,
deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no
absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de
Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó
con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de
hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente
uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado. Cordero
inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida. En El Dios
nos reconcilió consigo y con nosotros y nos liberó de la esclavitud del diablo
y del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el Apóstol: El
Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2,20). Padeciendo por
nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además abrió el camino, con
cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido.
… Este es el gran
misterio del hombre que la Revelación cristiana esclarece a los fieles. Por
Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del
Evangelio nos envuelve en absoluta obscuridad. Cristo resucitó; con su muerte
destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en
el Espíritu: Abba!,¡Padre!”