Dimensiones de la Formación

 

NATURALEZA


La dimensión humano-comunitaria es aquella que busca cultivar en los seminaristas la necesaria madurez humana, la cual se comprueba, sobre todo, en una personalidad equilibrada, sólida y libre, manifestada en cierta estabilidad de ánimo, en la facultad de tomar decisiones ponderadas y en el recto modo de juzgar sobre los acontecimientos y los hombres. Además, es la capacidad de relacionarse con los demás, elemento verdaderamente esencial para quien ha sido llamado a ser responsable de una comunidad y a ser «hombre de comunión».


JUSTIFICACIÓN


Con una sólida formación humano-comunitaria, el presbítero, llamado a ser “imagen viva” de Jesucristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia, refleja en sí mismo aquella perfección humana que brilla en el Hijo de Dios hecho hombre y que se transparenta con singular eficacia en sus actitudes hacia los demás. Sin ella, toda la formación sacerdotal estaría privada de su fundamento necesario.


OBJETIVOS

  • Consolidar una personalidad humana equilibrada que sirva de puente y no de obstáculo para el encuentro de los demás con Jesucristo Redentor del hombre.
  • Promover el desarrollo de la identidad propia del candidato al ministerio, que con estabilidad en su madurez humana y afectiva asuma los retos del ministerio.
  • Fortalecer las relaciones interpersonales y el liderazgo como signo de comunión y participación en el servicio ministerial.

NATURALEZA


La dimensión espiritual es el medio que propone la formación para buscar a Jesucristo, seguirlo, vivirlo, celebrarlo y continuarlo. También se considera como el centro vital que unifica y vivifica el ser sacerdotal y el ejercicio del sacerdocio. La vida espiritual es la relación y la comunión con la Inefable Trinidad; que mediante la entrega de toda la existencia al Espíritu Santo en comunión profunda con Jesucristo, una actitud filial para con el Padre y una adhesión confiada a la Iglesia.


JUSTIFICACIÓN.


La dimensión espiritual tiene su razón de ser en la adhesión personal y comunitaria a Jesucristo, por medio de las virtudes evangélicas de la fe, la esperanza y la caridad7. Ella anima a las otras dimensiones de la formación presbiteral, con ambientes propicios como la liturgia, la vida sacramental, la oración, la piedad mariana, la dirección espiritual y la Lectio Divina.


OBJETIVOS

  • Favorecer el encuentro y la configuración con Jesucristo por medio de la oración, la Palabra de Dios, la liturgia, los sacramentos, la comunión con los hermanos y otras manifestaciones de piedad.
  • Acompañar el crecimiento en la fe, la esperanza y la caridad de modo que se manifieste en un auténtico testimonio de vida cristiana y sacerdotal.
  • Orientar al futuro sacerdote a la educación en la obediencia, el celibato y la pobreza, desde el fortalecimiento de la rectitud de intención.

NATURALEZA


La dimensión académica es la que estructura al seminarista en sus conocimientos, la forma de adquirirlos y transmitirlos, como preparación a su futuro servicio ministerial, de modo que dichos conocimientos contribuyan a su formación humana, espiritual y pastoral. Es una exigencia insustituible de la inteligencia con la que el hombre participando de la luz de la inteligencia divina, trata de conseguir una sabiduría que se abre y avanza al conocimiento de Dios y a su adhesión.


JUSTIFICACIÓN


La formación académica existe porque se deben formar verdaderos pastores de almas, a imagen de Cristo, Maestro y Sacerdote, con una preparación profunda, integral, interdisciplinar y para la investigación. En primer lugar, porque la naturaleza del ministerio ordenado exige una adecuada formación académica para capacitarlo al anuncio del Evangelio. En segundo lugar, para que sea capaz de dar respuesta a los grandes interrogantes del hombre de hoy, evitando el activismo, la poca reflexión y la construcción de un conocimiento atemporal y al margen de la realidad.


Ahora bien, la formación en las ciencias humanas y la filosofía forja en el seminarista un espíritu y pensamiento críticos, indispensables para conocerse y conocer al otro en el campo de la relación con Dios, con el prójimo y con el mundo. Además, la formación intelectual favorece el desarrollo armónico de las cualidades de cada formando. Así mismo, el estudio de la teología que como ciencia proviene de la fe y conduce a la fe es el fundamento de la formación y contribuye a la maduración de la fe, de la caridad pastoral y del ministerio presbiteral.


OBJETIVOS

  • Capacitar por medio del desarrollo del pensamiento crítico, analítico y sistemático, para dar razón de la fe y comprender e iluminar al hombre de hoy.
  • Integrar la preparación académica en un camino espiritual marcado por la experiencia íntima y personal con Dios, que sea capaz de ver con claridad, entender con profundidad y luego comunicar el Misterio de Dios a los hermanos.
  • Proporcionar métodos e instrumentos de trabajo, de investigación y de actualización constante que lleven una pastoral fructífera que discierna los signos de los tiempos a la luz del Evangelio.

NATURALEZA


La dimensión pastoral pertenece al ser mismo de la Iglesia que es por definición evangelizadora y misionera. Es la dimensión en la que los candidatos al sacerdocio están orientados a prepararse de una manera específica para comunicar la caridad de Cristo buen Pastor. Esta dimensión unifica y determina toda la formación de los futuros presbíteros. Tiene dos niveles: teórico y práctico. El teórico permite la preparación doctrinal, que ilumina el segundo nivel, el práctico; este último, mediante la entrega y los diversos servicios pastorales, promueve, cultiva y anima la caridad pastoral de Jesús. Ambos niveles deben favorecer en el candidato los mismos sentimientos y actitudes de Cristo Buen Pastor.


JUSTIFICACIÓN


La formación pastoral debe tender a la formación de verdaderos pastores, a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdote y Pastor. Por consiguiente, deben prepararse para el ministerio de la Palabra (enseñar), para el ministerio del culto (santificar) y para el ministerio de Pastor del rebaño (regir). Así mismo, la continua renovación de la Iglesia y su papel en la sociedad actual requieren que el futuro sacerdote sea capaz de interpretar a la luz del Evangelio las distintas condiciones y necesidades de la vida humana, liberándolas y conduciéndolas a Dios.


OBJETIVOS

  • Formar en los candidatos un espíritu pastoral para que entreguen su vida al servicio de la Iglesia desde la Nueva Evangelización, hecha concreta en la propuesta metodológica del Plan Diocesano de Renovación y Evangelización (PDRE).
  • Cultivar en el candidato al sacerdocio las actitudes de Jesucristo Pastor, para que con la espiritualidad del sacerdocio diocesano, la caridad pastoral, se lleve a todos los hombres la Buena Nueva.
  • Instruir a los candidatos en los diferentes campos de la evangelización: proclamación de la Palabra de Dios, celebraciones litúrgicas, experiencia de oración personal y comunitaria, evangelización de la religiosidad popular, consejería espiritual, compromiso social, administración pastoral, acompañamiento a los movimientos apostólicos y en los demás deberes pastorales.
  • Animar en los candidatos el espíritu misionero como disponibilidad para el servicio en la Iglesia Universal.