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Homilía - Domingo de Ramos

 

DOOMINGO DE RAMOS

Inicia la fiesta de la Pascua

Esta fiesta es para muchos de nosotros el inicio de una Semana a la cual denominamos Santa, y bien merecido tiene el nombre, pues en ellas celebramos, los misterios pascuales, de la pasión, muerte y resurrección.


Pero este domingo encierra un carácter especial que se nota a simple vista, pues dos evangelios de la liturgia nos presenta dos evangelios, en este día, uno se refiere a la entrada triunfal y otro a la pasión del Señor que para este año está tomado de San Lucas. Además por que reúne al pueblo cristiano para caminar con Jesús aclamándolo con cantos y llevando ramos.


Muchos recordamos de niños la alergia del domingo de Ramos, todas esas palmas, ramas de árboles, ramilletes de flores, banderas, pañuelos…La fiesta la algarabía, la procesión. Pero ahora ya con una fe más consiente y reflexionando sobre estos acontecimientos, vemos las realidades tan trascendentales que de una manera u otra ya vivíamos con alegría y entusiasmo desde pequeños, con razón ya la liturgia canta: “los niños hebreos, portando ramos de olivo salieron al encuentro del señor aclamando: Hosanna en el Cielo”. Ahora salimos con ramos y más que ramos con el alma a gritar por las calles con nuestra vida: Hosanna en el cielo, el motivo: la pronta llegada del Señor, esta fiesta es la promesa mesiánica.


Subimos al Monte de los Olivos a recoger las ramas de olivo, la bondad y riqueza que esto expresa, para construir en la patria celestial las tiendas donde moraremos. Salimos con el Señor aclamando que ya viene el rey pacifico montado sobre un asno trayendo la paz (zac9, 9). Es quien trae la salvación, es la misericordia que se acerca, es Dios hecho hombre que pasa en la vida de cada cristiano, en su historia, hasta en los momentos más imposibles de verle, es el Dios quien abre las puertas de la Ciudad Santa para todos nosotros; es Nuestro Señor Jesucristo que levanta a los pequeños para llevarnos a la salvación.


Con esta celebración comenzamos la semana esplendida en la que se rejuvenece el alma, al vivir la Pascua del Señor. Es el momento para detenernos y volver a ser discípulos que aclamamos los Milagros que se obran, es el momento para cantar como Isaías “decir al cansado una palabra de aliento” y quien más cansado que el que está al lado, el prójimo que sufre; quien es más abatido que la indiferencia y la falta de caridad y misericordia en la que vivimos. Esta fiesta es un compromiso para hablar como discípulos, para seguir al Señor en su humildad e inocencia como lo presente el evangelista san Lucas en su Pasión. Es el día de subir a la montaña Santa y ver a Cristo en la cruz, reconocerle como aquel a quien “Dios lo levanto sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»” (flp).


Es una invitación para los discípulos de gritar como una vez lo hicieron los ángeles en el portal: “paz en el cielo y gloria en lo alto”. Es subir con el señor y poner nuestra vida a su servicio, es poner la vida para anunciar que Él es la fuerza que viene en nuestra ayuda (salm. 21). Todo esto lo hacemos confiados que hoy elevamos los ramos y así podamos seguir unidos al Él, árbol de vida, dando frutos. (Bendición de los ramos).