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Homilía - Jesús y la mujer adúltera

 

JESÚS Y LA MUJER ADÚLTERA

Por: Johan Alexander Muñoz Mesa

El evangelio presenta a una mujer adúltera, que sin duda ya estaba arrepentida de su pecado. Se la “muestran” a Jesús porque el pecado del adulterio era castigado con la muerte, así lo mandaba la ley de Moisés. Para ello… Observemos tres esquemas y una exhortación final:

LA MUJER ADÚLTERA

Hay que reconocer que las costumbres de los judíos habían cambiado mucho desde los tiempos de Moisés, y en la práctica se había mitigado la pena. Pero ¿qué es lo que sucede? Llegan los escribas y los fariseos con el fin de tenderle un engaño a Jesús, por eso le llevan a una mujer sorprendida en adulterio, le recuerdan lo que en la ley ordenó Moisés y le piden su parecer. Si Jesús opta por el cumplimiento de la ley, aparecerá ante el pueblo como riguroso y cruel, pues tal ley ya estaba en desuso; y si se inclina por la mitigación, dirán que está contra Moisés. Y es donde viene el segundo esquema.


CÓMO SE CONDUCE JESÚS

Jesús, inclina comienza a escribir con el dedo en la tierra como hombre pensativo, aparentando no darse cuenta de lo que hace. Quizás escribió algo, que de leerlo sus interlocutores los obliga a retirarse llenos de vergüenza. Insisten en preguntarle, al ver que no daba respuesta. Entonces Jesús les dijo: “el que esté sin pecado, arrójele la primera piedra”. Y como aquellos acusadores, escribas y fariseos, no estaban limpios de pecado, se fueron comenzando por los más viejos, quizá porque, como más experimentados, temieron una severa acusación del Maestro, conocedor de los corazones. Conducta indigna la de aquellos hombres. Se olvidan de que también ellos son pecadores y pretenden condenar a aquella pobre mujer. Así sucede tantas veces en la vida. Vemos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro. Delicadamente, Jesús libro a la mujer de sus acusadores. Al quedar solo con ella, se incorporó y le dijo: “Pues yo tampoco te condeno vete en paz y no peques más”. Esta sentencia de Cristo, que equivale al perdón, es muy conforme con la conducta de este Divino Señor Nuestro, que vino al mundo no para juzgar a los pecadores, sino para salvarlos.


JESÚS Y LOS PECADORES

Jesús dio su sangre y su vida porque “no quiere la muerte del impío sino que se convierta y viva”1 “no quiere que nadie perezca sino que todos vengan a la penitencia."2

JDios por medio de Jesucristo invita a toda la humanidad a poner en Él, el suyo que cada ser humano lleva, por eso dice: “Venid a mi todos los que estáis fatigados y cargados que yo os aliviare”3 Jesús aun en las dolencias de la crucifixión le dice desde la cruz al buen ladrón crucificado a su derecha: “hoy estarás conmigo en el paraíso”, de tal manera que Jesús siente alegría por cada pecador que se arrepiente porque es un gozo que alcanza conmoverle el corazón.


EXHORTACIÓN FINAL

Mientras vivamos en este mundo como hijos de Dios, estamos en tiempo de misericordia, porque en cualquier momento podemos convertirnos de nuestros pecados y volvernos a Dios arrepentidos. Dios le señala a cada uno un momento, una hora especial, en la que descarga un cúmulo de gracias, de esas tumbativas, que acaban por rendir la voluntad del pecador más empedernido, para traerle a la penitencia. Nosotros muchas veces gastamos mucho tiempo en la edificación de un edificio o en una casa y muy poco tiempo en la demolición. Dios, en cambio, es pronto en fabricar y tardo en destruir. No derriba el hombre la casa cuando la ve deteriorada, antes procura en repararla, Así obra Dios con los pecadores.


1 Ez 33,11

2 Pedro 3,9

3 Mt 11,28