Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal

Homilía - La misericordia un acto de fe y perdón

 

LA MISERICORDIA UN ACTO DE FE Y PERDÓN

Por: José Aníbal Zuluaga Serna

Nos reunimos de nuevo en este domingo para celebrar la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, que hace a penas ocho días, conmemorábamos solemnemente. En este segundo domingo del tiempo de Pascua, celebramos el día de la Divina Misericordia, que San Juan Pablo II instituyó en la Iglesia, y precisamente en este día, la providencia de Dios nos regala una gran riqueza de textos bíblicos que nos permiten reflexionar sobre este día especial de la misericordia.


Hoy escuchamos en la palabra de Dios un texto muy conocido por todos nosotros, y que de hecho, nos sabemos de memoria, como lo es la aparición de Jesús a los apóstoles, en especial a Tomás que no creía. Pero este texto del evangelio de hoy nos refleja algo más que el simple hecho de estar como el apóstol Tomás, que necesita ver y tocar para creer en Jesús; este texto también nos muestra el poder que Jesús le concede a sus apóstoles con el envío del Espíritu Santo para que puedan perdonar los pecados a todo el mundo.


En este día no sólo examinamos como está nuestra fe, si necesitamos por obligación estar viendo milagros extraordinarios de Dios para poder creer en Él, sino que también, Dios nos regala en su infinita misericordia a través de los apóstoles (hoy en día los sacerdotes) el poder de que se nos perdonen todos nuestros pecados. Pero estos dos elementos nos recuerdan como debemos vivir la misericordia de Dios, que la vivimos como un acto de fe y de perdón; de fe, porque es necesario creer en Dios como lo ha hecho siempre la Iglesia, y no sólo creer en Dios, sino también en el otro, apoyarlo en sus dificultades y ayudándolo a superar sus falencias; y de perdón, porque es necesario no sólo obtener de Dios el perdón de nuestras faltas, sino también aprender a perdonar a los demás, así como Dios nos perdona a todos.


La primera comunidad cristiana que nos relata la lectura de los Hechos de los Apóstoles, entendió lo que es vivir la misericordia de Dios como un acto de fe y de perdón, y lo entendió tan bien, que el mismo texto nos dice que vivían unidos como hermanos, y para esto es necesario pedir perdón por nuestras faltas y perdonar las de los demás; pero no sólo vivían como hermanos, sino que lo tenían todo en común, es decir, tenían tanta fe en Dios que eran capaces de compartir lo que tenían con los demás, confiando que en Dios no les faltaría nada, y que era necesario ayudarse entre todos para que la comunidad progresara, superando sus egoísmos y rivalidades.


Vivamos en este domingo de la Divina Misericordia como aquella primera comunidad cristiana que vivió la misericordia de Dios como un acto de fe y de perdón; fe creyendo en Dios sobre todas las cosas y creyendo en el progreso de nuestra comunidad si compartimos y dejamos de competir; y de perdón, superando las barreras del odio, los rencores y el egoísmo. Pidámosle al Señor Jesús que ha resucitado, para que nosotros vivamos la misericordia que Él nos regala como un acto de fe y de perdón.